El camino del medio

"Ainhoa sonreía siempre de medio lado y lloraba sólo por un ojo. Y es que a Ainhoa nunca le gustaron los extremos, por eso se hizo equilibrista, para ir por el camino del medio.

Sin embargo, un día pasó algo muy especial: mientras caminaba por la cuerda floja, una araña se posó en la punta de su nariz. De la nariz pasó al cuello y ahí es cuando empezaron las cosquillas de verdad. Ainhoa empezó a pensar en cosas desagradables para no reírse, pero cuando la araña llegó hasta la punta de su dedo índice y se puso a hacer claqué, la funámbula, que ya estaba roja, no aguantó más: le salió toda la risa de golpe. Del susto, la araña perdió el equilibrio y se cayó.

Ainhoa, perpleja, pasó de la carcajada más descomunal al llanto más desolador por esa desafortunada araña que imaginaba despachurrada en el suelo.

Y se quedó así, inmóvil, a veinticuatro metros del suelo, llorando su culpa. No obstante, de pronto notó algo en el dedo gordo de su otra mano. Era la araña, que se había tejido un hilito y balaceándose llegó de una extremidad a la otra, se acomodó en su dedo anular y prosiguió con el claqué.

Ainhoa empezó a llorar, pero esta vez no era de pena. Y al momento se puso a reír frenéticamente, aunque no era por las cosquillas, no sólo por eso, que también.

Muy poca gente supo nunca qué le ocurrió aquella noche sobre aquella cuerda suspendida a veinticuatro metros, pero Ainhoa no volvió a ser la misma. Al día siguiente desmontó su cuerda floja y mandó instalar una telaraña gigante para caminar sobre ella, porque decía no sé qué de que los extremos se juntan. O algo así".

Cuentos Pulga, Riki Blanco

...Gracias, Pekas, por descubrirme estas páginas llenas de mágia...