Callo... o grito....

Callo…
Las palabras se niegan a rebotar en mi laringe. No saben… o no quieren jugar al escondite con esos verbos insensatos e intransigentes que todo lo enmarañan. Palabras inertes que cortan como el papel. Parecen mustias, puedes reírte con ellas si no las escuchas… pero afilan su dobladillo si sabes mirarlas de frente.

Sé que podría decirlas todas, gritando a más no poder, con la tez enrojecida del esfuerzo… o callarlas tenuemente, como si nada.... mientras el pelo cae ligero sobre mis mejillas, ahora que cambió de color y el sol no se balancea en él, pesadamente.

El ruido ambiente acalla mis sentidos, los adormece… pero solo eso. No logra transformarlos… simplemente los ensombrece con el manto de noches sin rostro. Ni tan siquiera ahoga los sonidos de mi mente.


Grito….
Pero a nadie le importa. Salgo corriendo y me estampo contra las costumbres que se hicieron amigas de mi sombra, hace ya tiempo. Pero ahora ni ella les da conversación. Ha aprendido, como yo, que caer no duele tanto como parece.

La gente me mira, distante… y siguen su camino. La capa de transparencia que me dejaron en herencia funciona correctamente. Un par de arreglos más y será perfecta.

Así que…. He decidido gritar a pulmón… me he entrenado para ello… Y puedo… pero aún no ha llegado el momento. Mientras…

Oigo los gritos de mi alrededor y me hago collares con sus agudos.