jueves, 7 de febrero de 2008

Despertar


Abro los ojos y noto como las pestañas de desperezan. Un hasta pronto soñoliento que las impulsa a moverse en sentido contrario. La luz se filtra entre ellas, dibujando trazos a carbón, telarañas de los sentidos que se proyectan en la ventana.

El aire sigue oliendo a ti. A tus músculos paseándose por este embrollo de cuadros naranjas y botones a juego. A tus visitas, etéreamente disfrazado. A tus abrazos, siempre muy cercanos, muy tuyos. A tus labios desbordando miel…

Huele a ti, como huele la distancia entre dos puntos que se ven pero no se tocan.

Mis pies juegan con las sábanas, que aún desprenden recuerdos de tu respiración. Grandes o minúsculos, da igual. Ahí estan y rebuscan en los entresijos de mi colchón.

El color de mi camiseta, con la luz, creciente, se redefine. Muta de personalidad, licuando del gris al azul y después al granate…. Color sangre, de labios recién trazados. De deseos pasajeros.

Tu presencia está por todas partes. En mis cosas. En mí.

Cierro los ojos, fuerte. Como cuando era pequeña y quería ahuyentar fantasmas. Pero el rojo intenso se cuela por los poros de mi piel y se multiplica hasta convertirse en canción. Baila ante mis pupilas, largamente, hasta el cansancio. Luego se evapora.

Los sentidos, buscan… Siguiendo caminos imaginarios.
A un lado, silencio. Al otro, luz. Cogidos de la mano.

1 comentario:

Pekas dijo...

Bonitas palabras... hermosos sentimientos...

Qué los sentidos nunca dejen de buscar....

Un abrazo lleno de montañas y de calor de chimenea encendida...